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Subject: La edad de los paises
Sí, comparto, profe.
Lamentablemente, los gobernantes porteños eran representantes de otros intereses particulares, y estos fueron puestos por encima de los intereses generales de nuestros países.
Resulta tan claro ver las diferencias entre ellos y Artigas, que es entendible que no hubieran logrado ponerse nunca de acuerdo.
Basta leer la documentación de ambas fuentes y cotejarlas, para entender que era un diálogo entre sordos, y que el enfrentamiento entre ambas posiciones. era inevitable.
Lamentablemente, nunca sabremos que hubiera sido de nuestros países de haber triunfado la postura federal.
Si bien en las provincias que hoy forman parte de Argentina, poco después que Artigas se fuera al Paraguay, triunfo el federalismo, este nunca tuvo el alcance y la pureza conceptual que le aportaba el Protector de los Pueblos Libres.
Nunca pudieron los jefes federales porteños, desprenderse del peso y la influencia que sobre ellos ejercía el poder y la fascinación de Buenos Aires. Así el federalismo se mantuvo en sus formas, pero no en su substancia y, poco a poco se fue deshilachando y volviendo inoperante.
Algo similar sucedió con los antiguos miembros sudamericanos del antiguo imperio español. Su desintegración en varios países separados, puso fin a los ideales de integración latinoamericana y contribuyó a que cada uno de ellos tomara por caminos divergentes, que acentuaron el estancamiento e impidieron la comunión de esfuerzos e ideales.
La eficiencia de esa política de aislamiento continúa teniendo éxito aún en nuestros días, y varios hechos cotidianos no hacen más que ponerla de manifiesto.
Seguimos separados. Cada uno defendiendo sus mezquinos intereses y privilegios. Los más grandes contra los más pequeños. Los más europeizados contra los más nativos. Todos buscando la aprobación y los mimos del "Supremo".
Nuestros pueblos deberían recorrer el camino de su propio crecimiento. Juntos. Cooperando con aquellos que tiene nuestros mismos problemas y nuestra misma cultura. Fortaleciéndonos y plantándonos juntos y sin divisiones, cuando negociemos con los bloques del poder mundial.
Nadie resolverá nuestros problemas, porque a nadie le interesamos. Las reuniones internacionales de los países más poderosos para "resolver" los problemas del mundo, sólo sirven para que algunos representates acomodados de los mismos, jueguen por unos días a ser dioses, mientras riegan sus factuosos banquetes con el más exquisito champagne; cobran suculentos viáticos, y tratan de limpiar sus sucias conciencias, por el mal que saben, producen las políticas de sus respectivos jefes.
Como ves, las cosas no han cambiado demasiado después de 200 años.
Lamentablemente, los gobernantes porteños eran representantes de otros intereses particulares, y estos fueron puestos por encima de los intereses generales de nuestros países.
Resulta tan claro ver las diferencias entre ellos y Artigas, que es entendible que no hubieran logrado ponerse nunca de acuerdo.
Basta leer la documentación de ambas fuentes y cotejarlas, para entender que era un diálogo entre sordos, y que el enfrentamiento entre ambas posiciones. era inevitable.
Lamentablemente, nunca sabremos que hubiera sido de nuestros países de haber triunfado la postura federal.
Si bien en las provincias que hoy forman parte de Argentina, poco después que Artigas se fuera al Paraguay, triunfo el federalismo, este nunca tuvo el alcance y la pureza conceptual que le aportaba el Protector de los Pueblos Libres.
Nunca pudieron los jefes federales porteños, desprenderse del peso y la influencia que sobre ellos ejercía el poder y la fascinación de Buenos Aires. Así el federalismo se mantuvo en sus formas, pero no en su substancia y, poco a poco se fue deshilachando y volviendo inoperante.
Algo similar sucedió con los antiguos miembros sudamericanos del antiguo imperio español. Su desintegración en varios países separados, puso fin a los ideales de integración latinoamericana y contribuyó a que cada uno de ellos tomara por caminos divergentes, que acentuaron el estancamiento e impidieron la comunión de esfuerzos e ideales.
La eficiencia de esa política de aislamiento continúa teniendo éxito aún en nuestros días, y varios hechos cotidianos no hacen más que ponerla de manifiesto.
Seguimos separados. Cada uno defendiendo sus mezquinos intereses y privilegios. Los más grandes contra los más pequeños. Los más europeizados contra los más nativos. Todos buscando la aprobación y los mimos del "Supremo".
Nuestros pueblos deberían recorrer el camino de su propio crecimiento. Juntos. Cooperando con aquellos que tiene nuestros mismos problemas y nuestra misma cultura. Fortaleciéndonos y plantándonos juntos y sin divisiones, cuando negociemos con los bloques del poder mundial.
Nadie resolverá nuestros problemas, porque a nadie le interesamos. Las reuniones internacionales de los países más poderosos para "resolver" los problemas del mundo, sólo sirven para que algunos representates acomodados de los mismos, jueguen por unos días a ser dioses, mientras riegan sus factuosos banquetes con el más exquisito champagne; cobran suculentos viáticos, y tratan de limpiar sus sucias conciencias, por el mal que saben, producen las políticas de sus respectivos jefes.
Como ves, las cosas no han cambiado demasiado después de 200 años.