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Subject: chistes bobos
La diferencia entre una novia, una amante y una esposa haciendo el amor es que la novia te dice
"ayyy me duele", la amante te dice "ayyy que rico" y la esposa te dice "hayyyyyy que pintar el techo"
"ayyy me duele", la amante te dice "ayyy que rico" y la esposa te dice "hayyyyyy que pintar el techo"
-Vengo a pedirle la mano de su hija- dice el yerno.
-¿Te querés casar con ella?- pregunta el suegro.
-No, sólo quiero que me masturbe.
-¿Te querés casar con ella?- pregunta el suegro.
-No, sólo quiero que me masturbe.
dewb to
Fercho [del]
- Esta mañana tenía pocas ganas de ir a estudiar así que decidí tirar una moneda. Si salía cara iba al liceo, si salía número me quedaba durmiendo.
- ¿Y al final que hiciste?
- Un bajón. Tuve que tirar la puta moneda 10 veces hasta que por fin me salió que siguiera durmiendo.
- ¿Y al final que hiciste?
- Un bajón. Tuve que tirar la puta moneda 10 veces hasta que por fin me salió que siguiera durmiendo.
Había dos tipos bastante atorrantes y mugrientos, que vivían en un baldío pegado a un Convento.
Todas la mañanas los locos, enamorados de la monjita que recogía las hortalizas del huerto, la miraban por un hueco que había en la pared, y comentaban lo buena que estaba la monja y lo dulce que era.
Un día, a uno se le ocurre hacer un pozo en el surco de las plantaciones, y enterrarse con la “japi” hacia afuera. El compañero le decía que estaba loco, pero la gustó la idea.
A la mañana siguiente, bien tempranito, salta el paredón, hace el pozo y se entierra tal como lo había planeado, a la espera de la monjita.
Al rato, sale ella, como todas las mañanas y comienza a recoger los vegetales, entre medio de los surcos, sacaba de una lado y de otro. Una zanahoria (a un lado), una papa (al otro surco), una zanahoria, una papa, y así hasta que llega al amigo.
Cuando le agarra el aparato, empieza a cincharlo, diciendo: una zanaho… una zanaho… una zanaho… una zanaho…, ay se reventó, sin darle importancia siguió hasta el final del surco y se fue.
El otro que estaba mirando de afuera, había quedado como loco viendo como la había pasado su amigo, que al quedar libre la quinta, se desentierra y sale disparando saltando el muro. Ya del otro lado, en el baldío, le comentaba su experiencia al compañero y éste otro quedó re manijeado, para al día siguiente ir él.
A la mañana siguiente, dicho y hecho, el otro vago salta la pared y hace lo mismo que su amigo. Hace un pozo y se mete con la “japi” afuera y bien para arriba.
Como ese día la monjita estaba enferma, salió a realizar la tarea, la Madre Superiora, con el humor y amargura que la caracteriza; y empieza a recoger los vegetales, de un surco y del otro.
Con voz algo gruesa y fuerte, ya hasta parecía ofuscada y agresiva, comienza el recorrido sacando los vegetales con mucha vehemencia: Una zanahoria (a un lado), una papa (al otro surco), una zanahoria, una papa, una zanaho… una zanaho… una zanahoria… … y dos papas
(edited)
Todas la mañanas los locos, enamorados de la monjita que recogía las hortalizas del huerto, la miraban por un hueco que había en la pared, y comentaban lo buena que estaba la monja y lo dulce que era.
Un día, a uno se le ocurre hacer un pozo en el surco de las plantaciones, y enterrarse con la “japi” hacia afuera. El compañero le decía que estaba loco, pero la gustó la idea.
A la mañana siguiente, bien tempranito, salta el paredón, hace el pozo y se entierra tal como lo había planeado, a la espera de la monjita.
Al rato, sale ella, como todas las mañanas y comienza a recoger los vegetales, entre medio de los surcos, sacaba de una lado y de otro. Una zanahoria (a un lado), una papa (al otro surco), una zanahoria, una papa, y así hasta que llega al amigo.
Cuando le agarra el aparato, empieza a cincharlo, diciendo: una zanaho… una zanaho… una zanaho… una zanaho…, ay se reventó, sin darle importancia siguió hasta el final del surco y se fue.
El otro que estaba mirando de afuera, había quedado como loco viendo como la había pasado su amigo, que al quedar libre la quinta, se desentierra y sale disparando saltando el muro. Ya del otro lado, en el baldío, le comentaba su experiencia al compañero y éste otro quedó re manijeado, para al día siguiente ir él.
A la mañana siguiente, dicho y hecho, el otro vago salta la pared y hace lo mismo que su amigo. Hace un pozo y se mete con la “japi” afuera y bien para arriba.
Como ese día la monjita estaba enferma, salió a realizar la tarea, la Madre Superiora, con el humor y amargura que la caracteriza; y empieza a recoger los vegetales, de un surco y del otro.
Con voz algo gruesa y fuerte, ya hasta parecía ofuscada y agresiva, comienza el recorrido sacando los vegetales con mucha vehemencia: Una zanahoria (a un lado), una papa (al otro surco), una zanahoria, una papa, una zanaho… una zanaho… una zanahoria… … y dos papas
(edited)
jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaaj! notable! jajajaja