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Subject: PEÑAROL
Che como esta esto para armar un picadito de fobal che... aunque como muchos saben yo no puedo jugar ni con tierra jeje!!!
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BANFIELD
Chau Polilla
Tras el triunfo ante Racing, Jorge Da Silva dejó la conducción técnica de Banfield. Está cerca de arreglar con Peñarol de Uruguay, luego de la salida de Gregorio Pérez. Wensel se hará cargo del equipo para el partido contra Godoy Cruz.
SE VIENE EL LLAPOLI!!
Chau Polilla
Tras el triunfo ante Racing, Jorge Da Silva dejó la conducción técnica de Banfield. Está cerca de arreglar con Peñarol de Uruguay, luego de la salida de Gregorio Pérez. Wensel se hará cargo del equipo para el partido contra Godoy Cruz.
SE VIENE EL LLAPOLI!!
Pa! realmente patético todo!
Seguramente el Polilla viene porque lo llamaron ayer... no debe haber hablado antes de que despidieran a Gregorio... se sabe que no.
Seguramente el Polilla viene porque lo llamaron ayer... no debe haber hablado antes de que despidieran a Gregorio... se sabe que no.
viene porque es hincha de peñarol y tiene a thiago que es chico todavia y su familia aca.. de fiesta que venga es el 1 el polilla, no solo como dt sino como persona es muy bueno..
Salvo un campeonato en Defensor, fracasó en Liverpool, en la Sub-20, en Godoy Cruz, en Banfield...
ni siquiera jugó en Peñarol...
ni siquiera jugó en Peñarol...
ya lo dije, para mi es el 1, por eso lo llaman..
si fuese un fracasado como vos decis, quedate bien tranquilo que no lo llaman..
si fuese un fracasado como vos decis, quedate bien tranquilo que no lo llaman..
si a peñarol lo dirigió keosseian , cualquiera puede tener la oportunidad de hacerlo :)
repetto , excelente entrenador.. injustamente echado de fénix en su momento y por lo que parece tmb de defensor...(es uno de los pocos entrenadores del medio , que por lo menos propone algo distinto..)
repetto , excelente entrenador.. injustamente echado de fénix en su momento y por lo que parece tmb de defensor...(es uno de los pocos entrenadores del medio , que por lo menos propone algo distinto..)
Fercho [del] to
Beña
Te digo una cosa... me cayo mal por lo que es como ser humano Gregorio... pero en el momento actual para tomar la decisión que finalmente se tomó, se debería de haber realizado a comienzo de año, luego de que se perdiera el Campeonato Uruguayo del 2011, pero también te digo otra "sensación " que tengo, eh... como que no tengo una base firme como para justificar que Peñarol siguiera cosechando malos partidos (ya ni de resultados te hablo), muy desprolijo todo lo de la directiva y demuestra que somos resultadistas al mango... simplemente como para terminar una gloria Don Gregorio Perez pero cuando entraba a la cancha el equipo no se, no me provocaba esas ganas y rebeldía y eso que siente un hincha de Peñarol (Uds saben a lo que me refiero),cuando se presenta ante grandes situaciones o adversidades mayores, está bien la salida de Gregorio, bastante desprolija por cierto, pero es una decisión ue se tomaba o se tomaba.-
Interesante nota del O2
Eso no me arregla a mí
El editor de O2 de El Observador, hincha y socio de Peñarol, explica el momento que vive en estos días como fanático y futbolero.
Cada vez que digo la frase que titula la columna me acuerdo de esa canción de los Redondos. Esa canción también dice que el futuro llegó hace rato. “Todo un palo, ya lo ves”, continúa. El futuro para Peñarol llegó hace rato, y es esto a lo que estamos asistiendo. No sólo a la descomposición de la grandeza del equipo en cuanto a su nivel de títulos obtenidos. Vayamos un poco más allá de eso.
Es posible y necesario ir más allá del resultado, porque –por si alguien todavía no se dio cuenta- los clubes de fútbol “grandes” en Uruguay son, guste o no, referentes sociales de una gravitación decisiva. Todo lo que comunican deja su marca. Son modelos de conducta. Representan a socios y a hinchas. Pues bien, los de Peñarol tenemos una dirigencia que, con sus actitudes y omisiones, da razones y argumentos a aquellos empeñados en potenciar su marca con algo parecido al viejo concepto de civilización y barbarie. “Nosotros y ellos”. A eso nos enfrentamos todos los días socios e hinchas. Los mismos que llevamos a 50.000 la masa asociada del club, que llenamos el Estadio, que cantamos a rabiar a pesar de la vergüenza deportiva y que tenemos que tolerar en particular dos cosas: que no se nos escuche cuando se respalda a un técnico y que no se nos defienda cuando se nos cierra una tribuna en un clásico, o cuando un político dice que no podemos tener cancha en ningún lado porque somos poco menos que una turba enardecida sin niveles de razonamiento. Porque todo esto pasa y tiene su eco aquí, en los medios como este que usted está leyendo ahora.
Este lunes, el editor de esta sección se jugaba cualquier cosa a que una vez que pongan la primera piedra del Estadio, el presidente de nuestro club va a recuperar crédito con los seguidores de Peñarol, al igual que como lo hizo armando un buen equipo para la Libertadores pasada, a meses de la elección. Y la estadística le asiste. Entonces, yo quiero aprovechar este espacio para decir que, si puedo pedir algo como hincha y socio, más que un estadio o una o tres Copas Libertadores seguidas, lo que quiero de verdad es que cuando me toque llevar a mis hijos a ver a Peñarol no sea ir a ver al equipo de una entidad mezquina, incoherente, desordenada, tan prepotente como timorata según la ocasión. Un club que quema ídolos sin ningún tipo de protocolo y conforme se agota su capacidad de aportar éxitos deportivos. O de una entidad yendo al vaciamiento no solo económico, sino también de otras cosas más difíciles de conseguir que la plata, como la educación o la responsabilidad. Porque me va a costar hacerles entender que hay que ser hinchas de esto cuando los esté educando para ser de otra forma. Porque los equipos de fútbol en Uruguay, aparte de camisetas y títulos y estadios, son valores. En el caso de Peñarol, los mismos que me transmitieron mi padre y mi tío, más allá de aquellos gritos de gol que desataban los nudos de la garganta, las puteadas y las amarguras circunstanciales. Los valores de Morena. Los de Bengoechea. Los de Gregorio.
Los hipócritas –los de verdad– que no tengan dudas: voy a gritar los goles como cada fin de semana y a festejar los campeonatos que caigan (¿qué más remedio?). Y por supuesto, voy a pagar la cuota y voy a ir a votar con la genuina esperanza de poder incidir. Y voy a comprar la camiseta. Y está claro que voy a ir a ese estadio si se construye. Pero eso no me arregla a mí.
Eso no me arregla a mi
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Eso no me arregla a mí
El editor de O2 de El Observador, hincha y socio de Peñarol, explica el momento que vive en estos días como fanático y futbolero.
Cada vez que digo la frase que titula la columna me acuerdo de esa canción de los Redondos. Esa canción también dice que el futuro llegó hace rato. “Todo un palo, ya lo ves”, continúa. El futuro para Peñarol llegó hace rato, y es esto a lo que estamos asistiendo. No sólo a la descomposición de la grandeza del equipo en cuanto a su nivel de títulos obtenidos. Vayamos un poco más allá de eso.
Es posible y necesario ir más allá del resultado, porque –por si alguien todavía no se dio cuenta- los clubes de fútbol “grandes” en Uruguay son, guste o no, referentes sociales de una gravitación decisiva. Todo lo que comunican deja su marca. Son modelos de conducta. Representan a socios y a hinchas. Pues bien, los de Peñarol tenemos una dirigencia que, con sus actitudes y omisiones, da razones y argumentos a aquellos empeñados en potenciar su marca con algo parecido al viejo concepto de civilización y barbarie. “Nosotros y ellos”. A eso nos enfrentamos todos los días socios e hinchas. Los mismos que llevamos a 50.000 la masa asociada del club, que llenamos el Estadio, que cantamos a rabiar a pesar de la vergüenza deportiva y que tenemos que tolerar en particular dos cosas: que no se nos escuche cuando se respalda a un técnico y que no se nos defienda cuando se nos cierra una tribuna en un clásico, o cuando un político dice que no podemos tener cancha en ningún lado porque somos poco menos que una turba enardecida sin niveles de razonamiento. Porque todo esto pasa y tiene su eco aquí, en los medios como este que usted está leyendo ahora.
Este lunes, el editor de esta sección se jugaba cualquier cosa a que una vez que pongan la primera piedra del Estadio, el presidente de nuestro club va a recuperar crédito con los seguidores de Peñarol, al igual que como lo hizo armando un buen equipo para la Libertadores pasada, a meses de la elección. Y la estadística le asiste. Entonces, yo quiero aprovechar este espacio para decir que, si puedo pedir algo como hincha y socio, más que un estadio o una o tres Copas Libertadores seguidas, lo que quiero de verdad es que cuando me toque llevar a mis hijos a ver a Peñarol no sea ir a ver al equipo de una entidad mezquina, incoherente, desordenada, tan prepotente como timorata según la ocasión. Un club que quema ídolos sin ningún tipo de protocolo y conforme se agota su capacidad de aportar éxitos deportivos. O de una entidad yendo al vaciamiento no solo económico, sino también de otras cosas más difíciles de conseguir que la plata, como la educación o la responsabilidad. Porque me va a costar hacerles entender que hay que ser hinchas de esto cuando los esté educando para ser de otra forma. Porque los equipos de fútbol en Uruguay, aparte de camisetas y títulos y estadios, son valores. En el caso de Peñarol, los mismos que me transmitieron mi padre y mi tío, más allá de aquellos gritos de gol que desataban los nudos de la garganta, las puteadas y las amarguras circunstanciales. Los valores de Morena. Los de Bengoechea. Los de Gregorio.
Los hipócritas –los de verdad– que no tengan dudas: voy a gritar los goles como cada fin de semana y a festejar los campeonatos que caigan (¿qué más remedio?). Y por supuesto, voy a pagar la cuota y voy a ir a votar con la genuina esperanza de poder incidir. Y voy a comprar la camiseta. Y está claro que voy a ir a ese estadio si se construye. Pero eso no me arregla a mí.
Eso no me arregla a mi
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CLAP! CLAP! CLAP!
Acá no faltan valores: se sustituyeron unos valores por otros, y desafortunadamente ya muchos parciales -sobretodo jóvenes- de Peñarol tienen incorporada esta sustitución, y piensan que el club es solamente guita, que ser DT es solamente un trabajo, y ser futbolista de Peñarol solamente un trabajo.
Y eso -al menos desde mi punto de vista, del de mi viejo y del de mi abuelo- NO ES ASÍ. Peñarol es algo más grande que un salario, que un cargo o que un estadio.
En Peñarol si no hay plata, se ajustan los cinturones. Solìan haber valores socialmente compartibles. Si un compañero está pasando mal, todos se sacrifican para ayudarlo. En Peñarol no debería jugarse "por guita". En Peñarol SIEMPRE HAY QUE JUGAR POR AMOR A LA CAMISETA. Los "profesionales" que aporten a la caja, que de Peñarol se encargan los hinchas que juegan al fútbol.
No creo que haya estado mal que saliera Gregorio. Discuto la forma, el timing, y -SOBRETODO- el "para qué" sacamos a Gregorio. Y no veo que hayan muchas respuestas.
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16 MILLONES % DE ACUERDO CON ESTE TIPO!!!!!!!!!!
Acá no faltan valores: se sustituyeron unos valores por otros, y desafortunadamente ya muchos parciales -sobretodo jóvenes- de Peñarol tienen incorporada esta sustitución, y piensan que el club es solamente guita, que ser DT es solamente un trabajo, y ser futbolista de Peñarol solamente un trabajo.
Y eso -al menos desde mi punto de vista, del de mi viejo y del de mi abuelo- NO ES ASÍ. Peñarol es algo más grande que un salario, que un cargo o que un estadio.
En Peñarol si no hay plata, se ajustan los cinturones. Solìan haber valores socialmente compartibles. Si un compañero está pasando mal, todos se sacrifican para ayudarlo. En Peñarol no debería jugarse "por guita". En Peñarol SIEMPRE HAY QUE JUGAR POR AMOR A LA CAMISETA. Los "profesionales" que aporten a la caja, que de Peñarol se encargan los hinchas que juegan al fútbol.
No creo que haya estado mal que saliera Gregorio. Discuto la forma, el timing, y -SOBRETODO- el "para qué" sacamos a Gregorio. Y no veo que hayan muchas respuestas.
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Para aplaudir de pie la nota... :)
Reconforta leer cosas de este tono, y hace renacer la esperanza de un futuro mejor.
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